¿Y qué tal una “charrette”?
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
La palabra francesa “charrette”, o “carro”, se usaba para el trabajo de planificación en escuelas de arte o arquitectura, donde se debía encontrar la solución de un problema en un plazo acotado. El término evolucionó hacia el uso actual en dinámicas grupales de proyectos comunitarios. La idea general de una charrette es crear una atmósfera innovadora en la que un grupo diverso, de posturas incluso antagónicas, pueda colaborar para “generar visiones para el futuro” y soluciones concretas a un problema preciso.
Las charrettes tienen lugar en muchas disciplinas, incluida la planificación del uso del suelo o espacios comunitarios. Se busca promover la generación de soluciones y desactivar las actitudes de confrontación entre grupos antagónicos. Es el caso de municipios o juntas de vecinos en que a través de la participación de la comunidad se logran acuerdos, evitando tensiones e incluso batallas legales costosas.
Se han dado casos célebres de celebración de una charrette en municipios americanos o europeos, en que vecinos, desde distintas posturas, buscan y encuentran soluciones a problemas concretos. Pienso que algo así se puede dar a nivel del fútbol local en el trato con las barras o en ciudades, en que la violencia de unos pocos tiene en jaque a todo un barrio.
Tenemos juntas de vecinos y municipios que funcionan a las mil maravillas, con un grado de representación alto, por lo que su opinión será considerada para lograr algo tan sencillo como la paz. Si los vecinos de las zonas afectadas se unen y buscan consensos de buen trato, seguro que se logra mucho. No significa que se tengan que poner de acuerdo en temas de otro orden. Pero al menos un consenso mínimo en cuestiones básicas tal como paz y cómo abordar la violencia.
En el futuro, los municipios deben tener mucha mayor capacidad de decisión. Son el canal de participación ciudadana más cercano a la gente y el que mejor conoce sus necesidades.
Una charrette puede realizarse de forma recurrente, como las que llevan a cabo anualmente algunas universidades norteamericanas. No sólo se conversan temas de orden general, sino que se toman decisiones concretas, como cuidado de jardines, reparación de salas, incorporación de nuevos cursos, horarios de celebraciones, etc.
Cuando la comunidad ve que sus ideas se concretan en plazos acotados, cambia su percepción del grupo, barrio, localidad, mejorando su adhesión a ella.
Puestos a buscar soluciones ante un marzo complejo, conversar siempre ha sido el camino humano. Una “charrette” permite hacerlo.